¿CÓMO ENSEÑAR
A LEER Y ESCRIBIR?
El presente documento no pretende ser un
tratado académico sobre el tema sino un recurso de apoyo para los docentes del
primer ciclo, por ello, hemos considerado que la mejor manera de presentar los
temas es a través de preguntas y respuestas a interrogantes que suelen hacerse
los docentes.
¿CUÁNDO SE
DEBE EMPEZAR LA ENSEÑANZA SISTEMÁTICA DE LA LECTO-ESCRITURA?
Todos sabemos que los niños aprenden desde muy
pequeños a “leer” signos y símbolos que van adquiriendo cierta significación,
como: logos comerciales, señales de tránsito, símbolos convencionales y otros.
Estas son primeras experiencias
de lectura, sin embargo, el aprendizaje sistemático requiere del desarrollo
previo de diversas habilidades que deben conjugarse. El aprendizaje de la
lecto-escritura es un proceso de carácter complejo ya que su dominio no se
agota en la tarea mecánica de codificación y decodificación, tal como ya se ha
señalado.
El proceso requiere que el niño
haya alcanzado determinados niveles de maduración con respecto a tres factores
que intervienen, estos son: desarrollo de la psicomotricidad, de la función
simbólica y de la afectividad.
La primera se refiere a la
maduración general del sistema nervioso, expresada por la capacidad de
desplegar un conjunto de actividades motrices; la segunda, a la maduración del
pensamiento en su función simbólica, como para comprender, o al menos sentir,
que la escritura conlleva un sentido y transmite un mensaje, lo que requiere
también de un determinado nivel de desarrollo del lenguaje; y la tercera se
refiere a la madurez emocional que le permita no desalentarse ni frustrarse
ante el esfuerzo desplegado para lograr los automatismos correspondientes a
esas primeras etapas.
Múltiples investigaciones
señalan que este nivel se logra alrededor de los 6 años de edad cronológica,
siempre que se hayan realizado actividades preparatorias, ya que la maduración
no sólo depende de la edad cronológica o mental. Estas primeras experiencias
deben darse siempre en un clima lúdico y de creatividad ya que la presión de
padres o profesores, ansiosos y competitivos, pueden crear formas deficientes y
contraproducentes, tanto en las destrezas que se espera lograr como un rechazo
por una actividad que al niño le puede resultar difícil y sin sentido.
El comienzo de la etapa escolar es vivido con
gran ilusión por niñas y niños, a lo que se suma muchas veces la exigencia de
algunos padres que esperan resultados a muy corto plazo, pero es al maestro al
que le corresponde evaluar la situación y determinar el inicio y ritmo del
proceso, teniendo en cuenta que es preferible esperar a que el niño alcance la
madurez que requiere.
Por otro lado, diversas
investigaciones realizadas demuestran que aunque los niños muestren interés por
aprender a leer a temprana edad y logren hacerlo, esto no garantiza que en el
futuro haya una diferencia notable entre sus logros y el de los niños que
inicien este aprendizaje después. Lo que sí puede marcar diferencias es
introducirlos en la lecto-escritura sin contar con los pre-requisitos
necesarios, lo que, además de perjudicar el propio proceso de aprendizaje,
puede perjudicar su autoestima, confianza y seguridad en sí mismo.
¿CÓMO
SABER SI LOS NIÑOS ESTÁN PREPARADOS PARA INICIAR EL PROCESO?
Una primera dificultad es que
no existe un perfil tan preciso que garantice que un niño está totalmente
preparado o en disposición para aprender a leer y escribir. Debemos tener en
cuenta que cada persona tiene su propio ritmo de maduración y desarrollo, así
como también, algunos aspectos de su desarrollo evolucionan más rápido que
otros, por lo que no podemos asegurar que todos los niños estén al mismo tiempo
en condiciones de enfrentar con éxito el aprendizaje de la lectura y la
escritura.
Por otro lado, la realidad de la
población escolar es que no todos los niños que ingresan a primer grado han
participado en programas de Educación Inicial, ya sea porque no existen
suficientes CEI o porque muchas familias desconocen o no valoran las ventajas
de la estimulación brindada en el proceso de aprestamiento y lo que significa
para el desarrollo integral del niño; por ello, es necesario que al inicio del
año escolar, en primer grado, se destine un tiempo para realizar un diagnóstico
sencillo de los niveles de madurez alcanzados por niñas y niños, para ajustar
la programación a la realidad constatada.
Si bien existen algunos cuestionarios o tests
que evalúan los niveles de maduración o disposición de los niños, lo más
frecuente, en la práctica cotidiana, es que los educadores empleen
procedimientos basados en sus propias observaciones. Lo importante es construir
instrumentos y llevar un registro real y preciso sobre el desempeño de los
niños en las áreas que comprende el programa de aprestamiento.
La educación inicial potencia y desarrolla
muchas habilidades de los niños preparándolos para la escolaridad, entre ellas
las relacionadas con la lecto-escritura, a este aspecto de la formación se le
denomina aprestamiento para la lecto-escritura.