De todos es sabido que de una manera u otra la lectura es imprescindible para contribuir al desarrollo global del niño/a, porque al empezar a leer un libro se adentran de lleno en un mundo equivalente que les descubre diversos caminos. La lectura es la fuente del conocimiento, por eso sería interesante entrar en contacto con ella desde edades tempranas. Aunque el niño/a pequeño no pueda leer las letras puede interpretar las ilustraciones, son las que hacen que los niños presten atención y de algún modo se forman una historia respecto a ellas que hace que se desarrolle la imaginación y la creatividad al interpretarlas, pues el niño/a comienza a construir su propia representación, a crear una realidad en su mente.
Al adentrarnos en las aventuras que un libro les puede
proporcionar a los niños/as, se capta su atención; aumentando así sus niveles
de atención sostenida, de memoria y de concentración en la tarea. Esto
favorecerá el aprendizaje. Además, el niño/a se identifica con las historias
que se le cuentan o con los personajes que aparecen, de manera que se pone en
juego la empatía de los niños/as y al ponerse en el lugar del otro se
fortalecen las interacciones sociales y les hace meditar y examinar los
diversos contextos. Es como una forma de prepararles para enfrentarse a sus
decisiones futuras.
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